La fijación por oler ropa sucia es un placer para los ‘huelecalzones’, una minoría de ‘olfatistas’ que mantienen conversación a través de grupos cerrados de Facebook o WhatsApp.
Les gusta fantasear con los olores de otras personas, entre más fluidos, mejor para ellos, esto les causa mayor placer, escribió en su texto Eduardo Dina en Perro Crónico, un medio de la Universidad Iberoamericana.
Eduardo Dino habló con Carlos, un “olfatista”, quien tiene un fetiche por la ropa interior, está en un grupo cerrado de Facebook donde se practica la misofilia, que es un deseo patológico por lo sucio, interpretada como una fijación o regresión a la fase anal.
Por lo regular, Carlos ofrece sus boxers, suspensorios o calzones a cambio de tangas. Los clientes suelen pedirle que incluya manchas de algún fluido.
“Cuando la abrí, sentí curiosidad por olerla, por saber cómo podría oler otro hombre como yo. Y, para mi sorpresa, me gustó el olor. No era algo especial, finalmente era sudor mezclado con un poco de algo más que no identificaba en ese entonces, pero era un aroma diferente al mío y eso me sedujo”, contó para Perro Crónico.
Carlos entiende los comentarios que pueden surgir sobre su fetiche, sin embargo, es consicente que su práctica es inusual y respeta las diferentes opiniones.
Esta práctica de adquirir ropa íntima con particulares olores surgió en los años 80, con estudiantes japonesas. Incluso, en las calles niponas hay máquinas expendedoras de calzones usadas.