Al menos 92 personas fallecieron luego de que un corto circuito provocara la explosión de una bomba de oxigeno dentro de un hospital ubicado al sur de Irak dedicado a enfermos de COVID-19.
De acuerdo al último recuento de las victimas, hasta el momento suman 92 pacientes muertos en el hospital Al Husein de la ciudad de Nasiriya, en el sur del país.
Familiares de las víctimas acusaron al gobierno y al hospital de negligencia, en abril ocurrió un accidente similar en en el hospital Ibn al Jatib de Bagdad, que dejo al menos 82 muertos.
El presidente iraquí, Barham Saleh, afirmó en su cuenta de Twitter que los dos incendios han sido “el resultado de la corrupción y la mala gestión que subestima la vida de los iraquíes e impide el buen desempeño de las instituciones”.
Por su parte, el primer ministro iraquí, Mustafa al Kazemi, dijo que la tragedia muestra un “defecto estructural” en el sistema administrativo del país, puesto que “no se realiza un seguimiento ni un diagnóstico de los errores, y los ciudadanos se convierten en víctimas”.
Tras el incendio del pasado abril, el primer ministro iraquí prometió a la población que su gobierno tomaría medidas para que un incidente así no se volviera a repetir.