Los gemelos siameses son un extraño caso de hermanos: solo se da en una de cada 200.000 nacimientos. Pero el caso de Ervina y Prefina era aún más raro, según los neurocirujanos: son gemelos siameses craneópagos “totales”, unidos, es decir, tanto a nivel craneal como cerebral.
De hecho, no les dieron muchas esperanzas cuando nacieron, pero la medicina ha logrado imponerse. Así lo ha explicado la presidenta del Hospital Pediátrico Niño Jesús de Roma, Mariella Enoc, al recordar su primer encuentro con las niñas en Bangui, en la República Centroafricana, de donde son originarias.
Más de un año de preparación y estudio con la ayuda de avanzados sistemas de imagen y simulación quirúrgica, culminaron en tres operaciones muy delicadas. La última, la separación final de las gemelas siamesas fue el 5 de junio, con una intervención de 18 horas en la que participaron 30 personas entre médicos y enfermeras.
Un mes después las niñas están bien, acaban de cumplir dos años y se encuentran hospitalizadas en la sala de neurocirugía de este hospital del Vaticano, en dos pequeñas camas contiguas, una al lado de la otra, junto con su madre.
Un largo viaje de dos años
En julio de 2018 la presidenta del Hospital Pediátrico Niño Jesús (Bambino Gesù), Mariella Enoc, estaba en una misión en África Central, en la capital Bangui. Fue allí donde conoció a unas siamesas recién nacidas y decidió llevarlas a Roma para darles una mejor oportunidad de sobrevivir:
“Cuando te encuentras con vidas que pueden ser salvadas, debe hacerse. No podemos y no debemos mirar hacia otro lado”.
Ervina y Prefina habían nacido unos días antes, el 29 de junio, en el centro médico de Mbaiki, una aldea a 100 km de Bangui. No había estudios prenatales, así que la madre, Ermine, y los médicos descubrieron que eran gemelas siamesas en el momento de la cesárea. El pequeño centro de salud no está equipado para atenderlas, así que la familia se tuvo que trasladar a la capital centroafricana, donde las conoció Mariella.