La crisis del coronavirus ha traído estrés, depresión y ansiedad a gran parte de la población, el estar expuestos a información y falsas noticias acerca del virus y las muertes que han surgido, ha provocado una histeria colectiva.
Pero estos no son los únicos males que el aislamiento ha traído, también la falta de apetito y dificultades para conciliar el sueño han sido un problema.
El presidente de la Academia Mexicana de Medicina del Dormir, el doctor Alejandro Jiménez Genchi, explicó que el distanciamiento social está generando estás alteraciones.
“No salimos, no hacemos ejercicio, no nos trasladamos y caminamos poco, lo que produce menor impulso y cansancio a la hora de dormir” informó.
También añadió que la dificultad de dormir se genera de acuerdo en la teoría del hiperalertamiento ” la amenaza que significa el virus en tanto su calidad infecciosa, provoca que tendamos a estar más despiertos al entrar en un estado de alerta, esto produce una activación de índole cognitiva, desarrollada en el pensamiento y en las emociones generando ansiedad y temor”.
Nuestro periodo de sueño se ha recorrido debido a que a causa de la cuarentena no estamos obligados a despertar temprano para ir al trabajo o a la escuela.
En adolescentes y adultos jóvenes esta variante de trastorno es conocida como el “síndrome de fase retrasada”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), ha detallado la existencia de más de 80 tipos de trastornos del sueño, la más común y la cual afecta considerablemente a la población es el “insomnio”.
El insomnio es la dificultad para conciliar el sueño, el cual por un tiempo prolongado afectará nuestro rendimiento, acompañado por secuelas conocidas como “molestias diurnas”, la fatiga, sensación de malestar, dificultad para concentrarse y cambios en tu rendimiento socio/académico y laboral.
Entre los tratamientos que pueden ayudar a combatir este problema esta la “higiene de sueño”, que consiste en el uso exclusivo de la cama para dormir y para tener actividad sexual, evitando ocuparla para otras prácticas que te mantengan acostado.
Es importante establecer horarios que cumplan las recomendaciones de sueño que se deben tener, 7 u 8 horas diarias.
En el caso de realizar una siesta durante el día esta no debe pasar de más de 20 minutos.