Varios podólogos coinciden en que cuando de la salud de los pies se trata, las sandalias pueden no ser tan buenas.
No todo es comodidad y frescura con las chanclas. Aunque te sientas a gusto con ellas, usarlas no resulta tan conveniente, en especial si nunca te las quitas. Aquí las razones.
- Si te llevas las chanclas al trabajo, con el tiempo podrías sufrir tendinitis de Aquiles e inflamación del tejido de la planta del pie, debido a lo plano de la suela.
- Por si fuera poco, la suela no sólo es plana, sino delgada, lo cual provoca un mayor impacto en tu talón, provocando un dolor intenso.
- Tu esfuerzo al caminar es mayor. No sólo “engarrotas” los dedos para sujetar la chancla, además arrastras el pie y tobillo, lo cual puede dañar tanto a éstos, como a tu rodilla e incluso cadera.
- Callos. Ese “aferrarte” a las chanclas para que no salgan volando, puede provocarte callos, en especial entre el dedo gordo y su vecino.
- Ampollas. Si eres fan de las de pata de gallo o flip flops, esto podría causarte una ampolla, pues el roce entre la tira y el interior de tus dedos es constante.
- Quemaduras. Si las usas para caminar en la playa a pleno rayo del sol, corres el riesgo de sufrir una quemadura solar, especialmente si eres del grupo que cree que los pies no necesitan protector solar.
- Piquetes de insectos. Lo de menos es que te pique un mosquito o te muerda una hormiga, si te encuentras en un lugar donde haya alacranes, eres más propensa a ser su víctima.
- No te salvan de todos los hongos. Quizá puedan salvarte de los que se esconden en la ducha o alberca, pero no de los que están en ellas.
- Aunque no lo creas, si tus chanclas todo el tiempo están mojadas, se convierten en un ambiente perfecto para que salgan hongos y se reproduzcan. Esto en especial si son de base de espuma.
- Daña tu postura. Al ser planas, no le dan un buen apoyo a tu pie ni cuerpo y, por lo tanto, tendrás una mala base para tu postura, por lo tanto, es muy común que camines más encorvada.