Por más de 30 años, investigadores han estudiado cómo afecta a un matrimonio el hecho de tener hijos, y los resultados son concluyentes: la relación entre los cónyuges sufre una vez que llegan los niños.
Según el profesor de psicología y director del Marriage and Family Studies Laboratory de Binghamton University, Matthew D. Johnson, al comparar las parejas con y sin hijos, encontró que la tasa de disminución en la satisfacción de la relación es casi el doble de baja para las parejas que tienen hijos en comparación con las parejas sin hijos.
En el caso de embarazos no planeados, los padres experimentan impactos negativos aún mayores en su relación.
No obstante, lo irónico del asunto es que a pesar de que la satisfacción conyugal de los nuevos padres disminuye, la probabilidad de que se divorcien también disminuye.
En pocas palabras, tener hijos puede hacer que te sientas miserable, pero al menos serán miserables juntos.
De acuerdo con los especialistas, en el caso de los padres, a menudo se vuelven más distantes y profesionales entre sí cuando atienden los detalles de la crianza de los hijos. Lo básico mundano, como mantener a los niños alimentados, bañados y vestidos, requiere energía, tiempo y determinación.
Mientras que la mamá hablan sobre su aislamiento social, desconectándose de amigos y colegas y cómo su mundo siente que se está reduciendo. Todos estos cambios conducen a efectos fundamentales y duraderos en el círculo de apoyo de las nuevas madres, incluso con sus cónyuges.