El pasado domingo 3 de julio, Iraq fue atacado por un suicida miembro del Estado Islámico, quien hizo estallar un coche bomba en una calle del barrio comercial de Karrada. La zona estaba repleta de gente que hacía sus compras para la fiesta que marca el final del ramadán, el mes de ayuno musulmán.
El atentado pone de nuevo en duda la capacidad de las autoridades de instaurar medidas de seguridad eficaces para los ciudadanos. El primer ministro, Haider Al Abadi, visitó el lugar del ataque y prometió castigar a los responsables de lo sucedido y anunció que habrían 3 días de duelo nacional.
Las autoridades han contado hasta ahora un saldo de 213 víctimas, cifra que subió rápidamente ya que el día del ataque se tenían confirmadas 119. Tal número de víctimas lo convierten en uno de los ataques más graves en la historia de Iraq.
El atentado fue perpetrado por un kamikaze iraquí quien atacó a los chiitas, la comunidad musulmana mayoritaria en Iraq y considerada como hereje por los radicales sunitas.
